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SUMA DE LETRAS

HERENCIA DE ARENA

HERENCIA DE ARENA

Los sucesos de El Aaiún nos recuerdan que, con independencia de la actitud depredadora de Marruecos, treinta y cinco años después España es responsable o, sin eufemismos, culpable. Ocupamos, acumulamos nuestra aventura colonial de razones civilizadoras y cuando nos interesó, o no quedó más remedio, dejamos aquel lugar y a aquella gente entregados a un poder despótico.

Si la razón de Estado aconseja medir nuestras relaciones con Rabat, algún otro tipo de razón debería corregir un pasado que ni es honroso ni lejano. Mantenemos una deuda pendiente con un desierto que repartimos a capricho, como dejamos un legado de miseria en la actual Guinea Ecuatorial. Ambos territorios atesoran riquezas naturales suficientes para conceder un cierto nivel de prosperidad a sus habitantes, pero unos continúan exiliados en jaimas instaladas en territorio argelino y otros malviven bajo una dictadura feudal.

No hace tanto ambos territorios se estudiaban como parte integrante de España. Su estatus último no era de colonia sino de provincia y administrativamente eran consideradas igual que cualquier otra, hasta que se extirparon del mapa y de una historia común que parecía avergonzar a quienes antes defendían su españolidad. Nunca se dice aunque sea cierto que, dado el vacío legal sobre la soberanía del Sahara, España sigue siendo ante el derecho internacional potencia colonizadora en ese territorio y, por tanto, su pueblo goza del amparo legal de nuestro país. La misma razón de Estado aconseja silenciar una verdad jurídica que nadie cumple.

Os recomiendo “El médico de Ifni” de Javier Reverte.

1 comentario

Anónimo -

Un placer volver a leer de nuevo tu blog.