MAYO DE SEMANA SANTA
De todas las imágenes de esta semana de Penitencia el País publica hoy una que contiene toda la carga probatoria de los tiempos que vivimos. Un funcionario, como un nazareno en procesión, abandona la Audiencia Nacional llevando con él una lámina del Guernica de Picasso que adornaba el despacho del juez Garzón. Más que simbolismo, este paso procesional encierra la paradoja última de un fracaso. Ha triunfado el mal frente al bien, así de sencillo. No tanto porque el juez Garzón simbolice para muchas personas la Justicia como derecho universal frente a la justicia como institución, sino porque se han antepuesto los resquicios legales para dictar un veredicto predeterminado. Se ha impuesto la legalidad, forzada y dudosa, frente a la legitimidad.
Para llegar a este punto no se hurtado ninguno de los ritos de la liturgia: también ha habido un sínode de leguleyos, un Herodes, un Pilatos, una sentencia, un vía crucis y una crucifixión. Y ahora, cuando ya avanzamos hacia el domingo de resurrección, el Guernica abandona la Audiencia Nacional, el último paso por procesionar, la metáfora triste de que es posible cometer dos veces el mismo error y de que, como dijo Camus, "uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma, y que a veces el coraje no obtiene recompensa".
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