DUDAS Y RAZONES
Contra lo que se piensa, transitar por la indecisión no es cómodo. Quizás lo es si en nada te interesa el asunto en cuestión, pero no si careces de una opinión firme sobre algo que te preocupa. Creo que a mucha otra gente le ocurre lo mismo en relación con la huelga general: está indecisa o poco convencida de la decisión tomada.
Entiendo muchas de las dudas razonables que se han emitido sobre la huelga. A mí también me parece que está convocada a destiempo, que posiblemente sea inútil en su objetivo último de desmontar la reforma laboral (aunque espero equivocarme) y que mucha gente básicamente no ha conectado con ella porque, en la inmediatez cotidiana de la crisis, infunde más miedo llegar a fin de mes que un despido más barato en el futuro.
Puedo comprender muchas de las críticas y reproches formuladas contra los sindicatos y algunos de sus delegados. Cualquiera conoce ejemplos de que la desidia anida en todos los ámbitos y los sindicatos no son una excepción.
Pero me pueden los argumentos contrarios. Supongo que yo tampoco soy una excepción en el sentido de guiarme más con el corazón que con la cabeza. Y aquí, más allá de los motivos concretos, hay un pulso del que no sólo depende la letra pequeña de la reforma laboral.
Basta con oír y leer los comentario/artículos que desde hace meses desprende determinada prensa. Tienen todo el derecho, evidentemente, pero también se les debe suponer coherencia en sus juicios, porque esos mismos medios no hace tanto clamaban por la necesidad de una huelga similar.
Resulta evidente que hay una campaña contra el sindicalismo interesada y oportunista. Madrid es un clarísimo ejemplo. También lo es de cómo muchos sectores políticos y mediáticos entienden que el sindicalismo es la única oposición real a un discurso que ha acabado suscribiendo el propio Partido Socialista. A Esperanza Aguirre no le inquietan tanto las primarias socialistas como sus visitas a hospitales abucheada por sindicalistas. Ellos son su adversario incómodo en la calle y a ellos les ha declarado su particular batalla.
Por supuesto que hay sindicalistas caraduras y aprovechados. Es un argumento tan veraz como el que yo puedo alegar si digo lo contario. Conozco a muchas personas honestas y comprometidas que entienden el sindicalismo como una herramienta práctica de justicia social. Y yo creo en ese sindicalismo. El debate de las siglas y los nombres me es ajeno.
La cuestión de fondo, en definitiva, es si mantenemos una sociedad civil como hoy la conocemos o avanzamos sin freno pendiente abajo hacia una sociedad individualista donde el único derecho efectivo sea el que imponga el mercado y la única ley válida, la de la oferta y demanda.
No sé quién ganará si la huelga es un éxito, pero si quien perderá si fracasa. Esa es la única pregunta cuya respuesta me ha hecho decididirme.
1 comentario
Lector -