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SUMA DE LETRAS

VEINTE AÑOS NO ES NADA

Acabo de cumplir 20 años. Es una celebración triste que no deja demasiado lugar al optimismo. Estas dos décadas han discurrido rápidas, casi sin darme cuenta, aunque creo que siempre escasea la originalidad cuando se echa la vista atrás y se comprueba el camino recorrido.

 Rápidos o lentos, lo cierto es que hace veinte años empecé una senda, entonces incierta pero ilusionante. Llegué en el momento justo para, sin ser de los primeros, todavía considerarme pionero, casi un colono de una tierra prometida donde los sueños parecían posibles. Hay ilusiones concretas, la mayoría de las que se tienen a los veinte años lo son, que se materializan con una palabra, a lo sumo con dos: estás admitido. Empiezas mañana.

 Comencé un día de julio, más caluroso y veraniego de lo normal, irreconocible veinte años después en la tormenta de esta mañana también de julio. Conservo el recuerdo exacto de los primeros días, creo que podría reproducir cada instante, cada conversación, y cada saludo que anticipaba un nombre conocido que después se convertía en compañero y, a veces, en amigo.

 Tengo como casi todos una memoria selectiva. Olvido los malos momentos y conservo lo buenos. Y de aquella época recuerdo casi todos. No olvido las prisas que convertían la improvisación en virtud, ni los errores que se admitían con ánimo constructivo, ni las críticas que se medían con propósito de mejora. Pero sobre todo mantengo presente un espíritu y una ilusión que, lo admito, recuerdo con nostalgia.

 Pocas veces coincide la edad personal con las aspiraciones de la empresa a la que uno se incorpora. Pero hace veinte años ambos éramos recién nacidos profesionales, los problemas resultaban comunes y la inexperiencia, compartida. Los logros se asumían como propios aunque fuesen colectivos y si bien nadie lo reconocía latía en todos una satisfacción que tenía mucho de entrega y de convicción en lo que hacíamos. 

Han pasado veinte años. Prefiero no hablar del presente. Quienes han compartido el camino saben que hay silencios más elocuentes que las palabras, y que entre un extremo y otro cualquier comparación sólo demuestra, en este caso con claridad meridiana, que cualquier tiempo pasado fue mejor.

2 comentarios

Alfonso -

Ya que has jugado a lo fácil. Tirar de memoria. Juega a lo difícil. Imagina dentro de veinte años CóMO TE GUSTARÍA QUE LA COSA FUERA. Y a por ello. Que tu sabes alcanzar sueños.

? -

No siempre los silencios son esclarecedores y nosotros somos los encargados de intentar, al menos, que cada día sea mejor.