DIPLOMACIA DE BAR
Los ríos de tinta vertidos, y los que vendrán, o las palabras solemnes que celebran o critican no son tan elocuentes. El juicio más sensato que he escuchado sobre las filtraciones de wikileaks no pretendía sentar doctrina ni mover los cimientos de ningún equilibrio planetario. En su modestia resultaron certeras y simples como casi siempre suele ser la realidad cuando se le desnuda de artificios. Mientras Antonio me servía un café entre titular y titular del periódico, se despachó con la frase que ahora inspira estas líneas y en la que mi ignorancia se cobija: “Coño, si va a haber más diplomacia en la barra de un bar”. Y sin dar mayor importancia añadió la leche.
No le falta razón a Antonio, la misma que sobra a quienes pretenden imponer normas de protocolo a la comprensión de unos textos que son, en el mejor de los casos, diáfanos en su lenguaje y transparentes en su contenido. La diplomacia viene a ser al Departamento de Estado lo que el diario secreto a un adolescente, la agenda oculta de sus peleas de colegio. Ocurre que en el patio se juegan más que la merienda.
Si no entendí mal a Antonio, creo que él añadiría que esto no es cosa de uno, sino que a la pelea se suman todos desde el pupitre, nadie se salva de arrear una colleja al de delante a poco que se descuide.
Para el segundo café Antonio me había reservado una nueva andanada de profundidad: “¿Para esto tanta escuela diplomática?”. A esas alturas ya leía los titulares bajo un prisma distinto. No era tan importante lo que se decía sino cómo se decía y el sentido critico que reflejaba. Más que un manual de relaciones internaciones ante mi se abría todo un vademécum clínico, o un estudio psicológico digno de la sobremesa más pendenciera: hipocondríaco, juerguista, trasnochado, demente, obsesivo y una sucesión sin fin de lindezas similares. La suma de tales desdichas confesadas en cables secretos rige nuestros destinos. Así que me pedí un tercer café y cerré el periódico. Antonio ya no dijo nada, pero es como si le hubiera escuchado: “Coño así va el mundo.”
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