NOSOTROS, LOS LIBROS
Hay que prescindir de prejuicios para valorar en su justa medida el fenómeno best seller. Sergi-Vila San Juan lo hace en “Código best seller”, un análisis documentado y exhaustivo de los libros más comerciales de la historia. Muchos de ellos son títulos que han marcado los hábitos de lectura de decenas de generaciones.
La primera conclusión recae sobre un hecho: best seller no es sinónimo de un discutible valor literario. O no lo ha sido históricamente. Obras que hoy se leen como estandartes del género novelístico, especialmente en el siglo XIX, fueron best seller en su día. Y no les denigró el apoyo masivo del lector, ni les restó un ápice de calidad. La lista es sorprendente y lo es desde su inicio: el primer best seller de la historia fue Don Quijote de la Mancha. Nombres insignes de las letras concitaron en vida un destacado eco comercial: Charles Dickens, Walter Scott, Mark Twain, Julio Verne, Víctor Hugo o un incontinente Alejandro Dumas, autor de unas 600 novelas aunque bastantes de ellas redactadas al alimón con colaboradores que, por supuesto, no firmaban.
Una segunda lectura del libro muestra que en cinco siglos el mundo editorial no ha cambiado sustancialmente. Ya existían en el siglo XVI los problemas que siguen aquejando al sector: las dificultades de publicación y distribución, la escasa retribución al autor, las discutidas cifras de ventas, e incluso la piratería. Un fenómeno que no parece tan actual considerando que al año de publicarse la primera edición de El Quijote ya circulaban tres versiones copiadas ilegalmente.
Tampoco es novedad que el libro más vendido de la historia sea La Biblia ( se calcula que entre 2.500 y 6.000 millones de ejemplares vendidos), pero sí lo parece que el segundo título sea El libro rojo de Mao. También es el autor que suma más ventas de ejemplares, incluyendo sus artículos y poemarios. La religión y la política han sido filones editoriales de alcance universal. EL Corán y el Libro del Mormón figuran en los puestos de mayor distribución, junto con, curiosamente, el Manual del Boy Scout, lo cual dice mucho de la extraña asociación de ideas que puebla las librerías.
Por último, para curiosos devoradores de estadísticas: Tolkien, Dickens y Ágata Christie suelen protagonizar la mayoría de los estudios sobre los novelistas más rentables.
Cambian los gustos, las modas literarias y los géneros se solapan en las preferencias del público pero hay un elemento que no varía: la necesidad del hombre por contar historias, y la necesidad de leerlas. Puede ser en un incunable o en el formato digital más avanzado. No importa. Como reza el subtítulo del libro, al fin y al cabo, son las lecturas apasionantes que han marcado nuestra vida.